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HABLANDO DE GRAFFITI Y PINTURA MURAL



León, Guanajuato la ciudad donde vivo, quinta en el país tiene como principal fuente de ingresos la manufactura del zapato y el tratamiento de la piel. Cuentan que en algún tiempo sus espacios urbanos estaban llenos de árboles y zonas donde abundaban presas y pequeños lagos.

El desarrollo industrial arrasó con esas áreas convirtiéndose una ciudad gris y carente de estética. Hace unos años un mural pintado por uno de los artistas más reconocidos de la ciudad fue borrado por que el alcalde consideró que la pared estaba sucia y mandó pintar encima. Durante mucho tiempo lo único que le daba color a la ciudad eran los graffitis que los chavos banda pintaban asiduamente.

Sin embargo el año pasado, gracias a una magnifica idea del Instituto de la Cultura de la ciudad, algunos graffiteros, los más talentosos, fueron convocados con motivo del Bicentenario de la Independencia y Centenario de la Revolución para decorar los muros de principal vía rápida de la ciudad. También se pintaron las paredes de uno los panteones con temas alusivos a la muerte y muchos espacios antes grises de pronto adquirieron color en una especie de fiebre,  pues aún en casas particulares se pueden observar  escenas de la revolución o de la independencia pintadas sobre sus muros.

De esta manera se logró conjuntar la inquietud de los chavos de dejar su huella y el nacimiento en la ciudad de un arte que en grandes urbes como Berlín y Sao Paulo se ha desarrollado grandemente.

Espero que éste impulso no se detenga y que los artistas que hay muchos entre los graffiteros sigan expresándonse de esa manera, tal vez no solo con temas dictados por autoridades, sino con aquellos que salgan de su propia inspiración que sean reflejo de su realidad e inquietudes, lo cual enriquecería en gran medida el horizonte estético de esta ciudad y nos pondría en contacto a los que aquí vivimos con la visión de una juventud que en muchos sentidos ha sido olvidada en nuestro país. ( México)

FRIDA KAHLO: AMOR DE PINTORES


Frida Khalo: Diego y Yo (1949)

"Mi Diego:



"Espejo de la noche. Tus ojos espadas verdes dentro de mi carne, ondas entre nuestras manos. Todo tú en el espacio lleno de sonidos. En la sombra y en la luz. Tú te llamarás AUXOCROMO el que capta el color. Yo CROMOFORO - La que da el color. Tú eres todas las combinaciones de números. La vida. Mi deseo es entender la línea la forma el movimiento. Tú llenas y yo recibo. Tu palabra recorre todo el espacio y llega a mis células que son mis astros y va a las tuyas que son mi luz".

Leonora Carrington "La Debutante"

Icono 1988

Leonora Carrington pintora, escultora y escritora, he aquí uno de sus cuentos donde muestra también su vena surrealista.

La debutante


En la época que fui debutante, solía ir a menudo al parque zoológico. Iba tan a menudo que conocía más a los animales que a las chicas de mi edad. Era porque quería huir del mundo, por lo que me hallaba a diario en el zoológico. El animal que mejor llegué a conocer fue una hiena joven. Ella me conocía a mí también. Era muy inteligente. Le enseñé a hablar francés y a cambio ella me enseñó su lenguaje. Así pasamos muchas horas agradables. Mi madre había organizado un baile en mi honor para el primero de mayo. ¡Lo qué sufrí durante noches enteras! Siempre he aborrecido los bailes; sobre todo los que se daban en mi honor. La mañana del uno de mayo de 1934, fui muy temprano a visitar a la hiena. -¡Qué asco! -le dije-. Esta noche me toca asistir a mi baile. -Tienes suerte -dijo ella-; a mí me encantaría ir. No sé bailar, pero en cambio sabría mantener una conversación. -Habrá muchas cosas de comer -dije-. He visto llegar a casa carros repletos de comida. -Y aún te quejas -replicó la hiena con desaliento-. Mírame a mí: yo sólo como una vez al día, y me tienen jeringada con tanta bazofia. Se me ocurrió una idea audaz; estuve a punto de echarme a reír. -No tienes más que ir en mi lugar. -No nos parecemos lo bastante; si no, con gusto iría -dijo la hiena un poco triste. --Escucha -dije-, con las luces de la noche no se ve muy bien. Con que te disfraces un poco, nadie se fijará en ti en medio de la multitud. Además, tenemos casi la misma estatura. Eres mi única amiga; anda, hazlo por mí. Por favor. Se puso a pensar en esta posibilidad. Comprendí que estaba deseosa de aceptar. -De acuerdo -dijo de repente. No había muchos guardianes cerca, dado lo temprano de la hora. Abrí rápidamente la jaula, y en un instante estuvimos en la calle. Llamé un taxi. En casa, todo el mundo estaba aún en la cama. Una vez en mi cuarto, saqué el vestido que debía ponerme por la noche. Era un poco largo, y la hiena andaba con dificultad con mis zapatos de tacón alto. Encontré unos guantes con que ocultarle las manos, demasiado peludas para parecerse a las mías. Cuando el sol iluminó mi habitación, la hiena dio varias vueltas alrededor, andando más o menos derecha. Estábamos tan ocupadas que mi madre, que entró a darme los buenos días, estuvo a punto de abrir la puerta antes de que la hiena se escondiera debajo de la cama. -Esta habitación huele mal -dijo mi madre, abriendo la ventana-; antes de esta noche date un baño con mis nuevas sales. -Por supuesto -le dije. No se entretuvo mucho. Creo que el olor era demasiado fuerte para ella. -No te retrases para el desayuno -dijo al irse. Lo más difícil fue encontrar un disfraz para la cara de la hiena. Estuvimos buscando horas y horas: rechazaba todas mis sugerencias. Por fin dijo: -Creo que he encontrado la solución. ¿Tenéis criada? -Sí -dije, perpleja. -Pues verás: vas a llamar a la criada; cuanto entre, nos lanzamos sobre ella y le arrancamos la cara; llevaré su cara esta noche en lugar de la mía. -No lo veo muy práctico -dije yo-. Probablemente se morirá en cuanto pierda la cara: alguien encontrará su cadáver, y nos meterán en la cárcel. -Tengo la suficiente hambre como para comérmela -replicó la hiena. -¿Y los huesos? -También -dijo-. ¿Te parece bien? -Sólo si me prometes matarla antes de arrancarle la cara. Si no, le va a doler demasiado. -Bueno, eso me da igual. Llamé a Marie, la criada, no sin cierto nerviosismo. Desde luego, no lo habría hecho si no odiara tanto los bailes. Cuando entró Marie, me volví de cara a la pared para no verlo. Debo reconocer que no tardó nada. Un breve grito, y se acabó. Mientras la hiena comía, estuve mirando por la ventana. Unos minutos después, dijo. -Ya no puedo más; aún me quedan los pies, pero si tienes una bolsa, me los comeré más tarde, a lo largo del día. -En el armario encontrarás una bolsa bordada con flores de lis. Saca los pañuelos que tiene y quédatela. Hizo lo que le había indicado. A continuación, dijo: -Date la vuelta ahora y mira qué guapa estoy. Delante del espejo, la hiena se admiraba con el rostro de Marie. Se lo había comido todo cuidadosamente hasta el borde de la cara, de forma que quedaba justo lo que le hacía falta. -Es verdad -dije-; lo has hecho muy bien. Hacia el atardecer, cuando la hiena estuvo completamente vestida, declaró: -Me siento en plena forma. Me da la impresión de que voy a tener un gran éxito esta noche. Después de oír un rato la música de abajo, le dije: -Ve ahora, y recuerda que no debes ponerte junto a mi madre: seguramente se daría cuenta de que no soy yo. Aparte de ella, no conozco a nadie. Buena suerte -le di un beso para despedirla, aunque exhalaba un olor muy fuerte. Se había hecho de noche. Cansada por las emociones del día, cogí un libro y me senté junto a la ventana, entregándome a al paz y el descanso. Recuerdo que estaba leyendo Los viajes de Gulliver, de Jonathan Swift. Al cabo de una hora, quizá, surgió el primer signo de inquietud. Un murciélago entró por la ventana profiriendo grititos. Los murciélagos me dan un miedo espantoso. Me escondí detrás de una silla, castañeteándome los dientes. Apenas me había arrodillado, cuando un gran ruido procedente de la puerta sofocó el batir de alas. Entró mi madre, pálida de furia. -Acabábamos de sentarnos a la mesa -dijo-, cuando el ser ese que ha ocupado tu sitio se ha levantado gritando: "Con que mi olor es un poco fuerte, ¿eh? Pues no como pasteles." A continuación se ha arrancado la cara y se la ha comido. Después ha dado un gran salto y ha desaparecido por la ventana.











¿Musas o Creadoras?

















Siempre se ha enaltecido el papel de la mujer como fuente de inspiración para los artistas ¿ Y su papel como creadora?


El estereotipo que ha subsistido a lo largo de los siglos, todavía vigente en muchos aspectos, es la mujer pasiva, en espera: hermosa, exquisita, delicada. El rol social que se nos ha asignado es ser poseedoras de belleza, más no generadoras de ella. Es decir podemos ser iconos, musas, modelos, más no artistas.


Pocas han sido las mujeres reconocidas por su participación en el arte, algunas de ellas como es bien sabido han tenido que utilizar seudónimos masculinos para ver publicadas sus obras, otras son conocidas más por su vida trágica o llena de escándalos que por su labor artística a pesar de ser magnificas pintoras, escritoras,etc.


Tal vez por qué es más facíl desde el imaginario social concebir a una mujer como presa pasiones y debilidades que como ser pensante y creador situado por encima de su devenir cotidiano.


Actualmente con la participación social más intensa de las mujeres se ha modificado en cierto sentido esta imagen. Sin embargo todavía no se superan por completo los prejuicios que le otorgan un mayor valor a las obras creadas por hombres. Parece que el papel de la mujer como ente activo en el quehacer cultural todavía no está por completo interiorizado en la mente de la sociedad.


De no ser así ¿Por qué conocemos mejor la obra de Andrea Mategna que la de Artemisia Gentileschi ? ¿ La de Manet que la de Berthe Morissot ? ¿ La de Picasso que la de Natalia Goncharova ? refiriéndonos solo a la pintura...


Pintura de Artemisia Gentileshi "Danae"

NYC




Lo encontramos en una calle de Nueva York ¡Largos años sin vernos! Lucía avejentado, el tiempo y alguno que otro vicio…habían hecho sus estragos. Fue un gusto verlo aunque se decían muchas cosas de él, con nosotros siempre fue un gran amigo.



Nos dijo que nos quería enseñar algo, que nos iba a gustar y nos guió hacia el subway, era cerca de medianoche. Me arrepentí de haberlo seguido; el ambiente era lóbrego, en los andenes, vagabundos y pordioseros dormían tirados en el piso, trasnochadores y algunos adictos nos veían con su mirada perdida en los vagones casi vacios.


Nos bajamos en el Bronx. En la calle desierta, se escuchaba el sonido de nuestras pisadas. Edificios que en algún tiempo fueron de departamentos expulsaban grupos de jóvenes con trajes estrafalarios y actitud desafiante. El humo que salía de las alcantarillas enrarecía el aire.


El peligro se podía olfatear, agazapado en los callejones o en los lúgubres sótanos de las casas del barrio. Sentía que alguien nos acechaba. A pesar del frío, el sudor me corría por el cuerpo y el corazón se me aceleraba. Mi pareja y yo nos mirábamos amedrentados.


Inesperadamente oímos fuertes pasos atrás de nosotros, eran varios sujetos, no pude voltear, el miedo me atenazaba los músculos. Estaban cada vez más cerca, el encuentro era inminente, espere lo peor. ¿Cómo pudimos seguir a nuestro amigo hasta aquí? ¿Dejarnos llevar por alguien que ya casi era un desconocido? Traté de tranquilizarme, pero no lo logré, todo lo contrario, observé que mi amigo no se veía preocupado, parecía estar en su medio ambiente.


Estábamos en sus manos ¡Esta parte de la ciudad no la conocíamos! ¡Que inocentes! ¡Cómo pudimos caer! La inquietud se apoderó todavía más de mí. En eso, nuestro supuesto amigo exclamó “Ya llegamos” y señaló una casa iluminada, parecía que todos se dirigían hacia allá. Conforme nos acercamos mi temor aumentó…


Después ¡lo comprendí todo! Acordes sincopados se dejaban escuchar hasta la calle. Adentro, un espacio lleno de parroquianos bebiendo, escuchando a un cuarteto de jazz que improvisaba y músicos de todas las edades intercambiando comentarios acerca de sus últimas grabaciones… ¡Vaya sorpresa! 

ORGULLO


Desdeñó lo ajeno,
trazó sus propios caminos,
siguió sus huellas...
sabiendo siempre adonde lo llevaban

Pintura: "Orgullo" de Marcela Vera Vallés

RECUERDOS


Paladeando la nostalgia de otros tiempos,
las posibles imágenes de encuentros
en espacios inconmensurables y eternos

Pintura: "Recuerdos" Marcela Vera Vallés

EL PERFUME



El perfume trastocó su alma, embriagó sus sentidos
y desarticuló las últimas defensas
de su espíritu cautivo


Pintura: "El Perfume" de  Marcela Vera Vallés



DAR EL SALTO

V&A vs NH 6 (Explored)


Tenía mucho miedo al ver todas esas caras desconocidas, unos jóvenes, otros no tanto, pero todos sabiendo lo que hacían con aplomo y seguridad. Yo era una extraña. Los escuché ¡Que torbellino de palabras! fluían y fluían incontenibles, todo lo que oía era maravilloso. Uno de ellos se distinguió por su elegancia;  de su boca salían  frases  hermosamente engarzadas,  adjetivos  sorprendentes,  elocuciones  finamente construidas, era una delicia oírlo. En ese instante me sentí extasiada. Sin embargo poco tiempo después mi temor se acrecentó, estaba inmovilizada, incapaz de articular palabra. Llegó el momento,  me temblaban las manos y no podía pasar las hojas, la voz se me cortó, aun así llegue al final. Después un gran silencio...el veredicto… viéndome a los ojos me dijeron "nos gustó, falta pulirlo, pero está bien" ¡Mi primera vez en un taller literario!